Bastó solo unas cuantas horas de sueño para que me recuperara un poco. No por completo, pero sí lo suficiente como para que me levanté de la cama y me ponga mi vestido nuevo para ir a atender en el restaurante, o al menos recibir a esos comensales que van a degustar los alimentos y celebrar a mi lado el día de hoy.
¿La niña?
Duerme plácidamente en la habitación continúa, su padre se quedó muy apegado a ella después de que yo me desperté completamente en forma y ignoré todos sus reclamos de que debía descansar, así como también ignoró los de mi amiga.
—Te dije que tienes que descansar.
—Hoy no puedo. El restaurante no se va a atender solo.
—Claro que no. Lo harán los empleados, tú puedes descansar y quedarte con tu hija.
—Es el primer día que voy a abrir mi restaurante. No puedo quedarme sin hacer nada. Debo al menos dar la cara al público y dejar en claro que esto es mío.
—Definitivamente no existe una mujer más terca que tú.
—No, claro que no. —Tomé mis zapatos y me los coloque con e