Ese grito terminó por alertar a todo el personal presente en el local, los cuales se acercaron hacia mí completamente alarmados y gritándose los unos a los otros qué hacer.
No creo que meseros, cocineros y hasta limpiadores sepan que hacer respecto a un parto.
Moyra llegó con los cafés, la sorpresa la llevo a dejar caer las bebidas al suelo, manchando mi alfombra preciosa.
Yo sabía que eso en algún momento pasaría, pero nunca pensé que sería tan rápido.
Y no, no hablo de que llegaría tan rápido el momento de dar a luz.
Hablo de que no pensé que llegaría tan rápido el primer manchón de mi alfombra.
—¡Rápido! ¡Necesito agua y trapos! ¡Y hay que llevarla a la habitación de arriba! —La voz de mi amiga tomó el mando, un liderazgo digno de una profesional en medicina, por mucho que ella no lo quiera ver así.
Quisiera abrazarla y felicitarla por su profesionalismo, lástima que el dolor en mi vientre solo me hizo soltar otro grito de dolor, la preocupación se volvió latente y lágrimas comenz