Toda una tarde bastó para limpiar ese lugar de pies a cabeza, así como para llamar a Moyra a venir al lugar a través de uno de los niños que trae el periódico, quien aceptó tal pedido solo con ofrecer unos 10 francos.
No hubo mucha diferencia entre el cielo de la tarde al de la noche, ambos eran oscuros y sin mucha vida en ellos, con la presencia de grandes truenos sin fin.
Una eterna tormenta de desgracias.
—¡Llegué y traje algo de comer! —Grito Moyra en la entrada, gozando de una gran emoción mientras miraba a su alrededor. —¿Otro local? Es más pequeño que el otro local.
Sonreí a mi amiga al verla llegar, abriendo mis manos y señalando todo mi alrededor con ellas.
—Felicidades señorita Moyra, todo esto será suyo. —Hable de inmediato, el rostro de mi amiga se deformó ante el poco entendimiento de la situación. —Solo por el costo de su firma.
La apunté con mi dedo, el bolso con la comida cayó de las manos de la mujer quien solo miraba a su alrededor y después a mí persona, sin saber