Jazmín no se consideraba una persona valiente y que rompiera las reglas. Pero luego de ver ese horrible video, una pequeña llama se encendió en su corazón y corrió hacia la salida, sin pensar en que estaba saliendo a la calle, de noche y con lluvia, sin ninguno de los hombres que la vigilaban.
-¡¿Qué haces?!- gritó uno de los hombres. Pero sus palabras se perdieron a lo lejos.
Cuando Jazmín quiso darse cuenta, ya estaba muy lejos de lo que podría llamarse su hogar y solo podía pensar en Elio Cruz.
-Por favor, no estés muerto- sollozó llegando al taller mecánico gracias a su prodigiosa memoria. Sin embargo, la persiana estaba baja y la lluvia golpeaba con fuerza el metal.
"¿Y si los lacayos de su esposo ya habían enterrado su cuerpo?" Jazmín se apoyó en la persiana y se deslizó hasta el suelo, sin que le importara que la lluvia la empapara más y más. No podía volver, no hasta saber que estaba con vida.
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Luego de la cena con la familia de su amigo, Elio volvió a su miserable monoambi