Jazmín Rivera estaba acostumbrada a mudarse de hogar cada cierto tiempo. Ella no hacía preguntas, cuando Marco le decía que armara el bolso porque debían irse cuanto antes, ella obedecía.Sin embargo, ninguna casa terminaba de sentirse como un hogar, normalmente eran frías y grises. Además de que la privacidad no existía en su vida. Dormía bajo el mismo techo que la pandilla de su esposo, en su mayoría hombres jóvenes y busca pleitos, a veces estaban con sus mujeres e hijos, pero Jazmín no tenía permitido hablar con ellos, porque era la mujer del líder. De todas maneras, nadie la miraba ni le dirigía la palabra si su esposo estaba cerca.Jazmín acarició su gran vientre, era lo único que le daba consuelo y esperanza, no podía esperar conocer a su bebé. -Mierda... ¿Qué carajo pasa?- gruñó su esposo cuando el coche comenzó a hacer ruidos extraños. Segundos después se detuvo de golpe y un humo negro comenzó a salir del capot.La joven se preocupó, no le gustaba cuando Marco se enojaba po
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