-¿Cómo me veo?- preguntó Adri mirando su rostro en el reflejo del espejo de su puerta del coche familiar- Este maldito mechón rebelde, tendría que haberme cortado el pelo antes de venir- Protestó tratando de bajar el mechón de su frente que insistía en quedarse levantado.
Mari rió divertida e internamente le agradeció, porque la había sacado de sus pensamientos autodestructivos que comenzaron a invadir su mente al momento que atravesaron el gran portón de la mansión de sus padres.
-Cariño…Aunque tuvieras una bolsa de papas como sombrero te verías igual de sexi- Dijo acomodándole exitosamente el mechón y besando su mejilla.
Mari estacionó en el sector de aparcamiento de la mansión y apagó el coche. Todo quedó en silencio y por un momento se perdió en sus pensamientos, hasta que sintió la mano suave de su esposo sobre la suya- Si no quieres, aun podemos volver-
Mari sonrió y negó con la cabeza- Otras tres horas de viaje con estos dos revoltosos, no gracias- Bromeó volteando a ver a sus