Elio se encontraba fregando por tercera vez el piso del taller mecánico luego de recibir una reprimenda de su jefe. Resulta que con la aparición inesperada de Jazmín la noche de la tormenta, había olvidado porque había ido al taller en primer lugar, era para limpiar su propia sangre producto de la golpiza. Los días pasaron y se secó en una mancha oscura y desagradable que no podía hacerla pasar por una mancha de aceite para auto.
“¡Limpia ese maldito desastre o te corro a la calle!”
Elio no protestó, sabía que era cierto. Había sido contratado sin plan médico, sin vacaciones, sin nada. Prácticamente podría despedirlo sin pagar ninguna indemnización. Elio lo prefería así, porque después de todo el hombre no había hecho preguntas de su vida ni de su experiencia en ese trabajo (Las cuales eran nulas) Pero el instinto de supervivencia le hacía adquirir nuevos conocimientos con facilidad así que no fue problema engañar a su jefe.
Luego de estar media hora de rodillas contra el cemento, su