— Ya lo veremos — dijo Nicolás.
Pude ver una extraña decisión pintada en su rostro, mezclada con una mueca de rabia, miedo… Nunca había percibido tantas emociones prendiendo de él al mismo tiempo. Seguramente aún ni siquiera era capaz de asimilar lo que estaba sucediendo. Ni siquiera yo estaba siendo capaz de asimilarlo, ni siquiera estaba siendo capaz de comprender que alguien había hecho que me enfrentara nuevamente a Nicolás con mi nombre… con mi verdadero nombre.
Y entonces él, presa de quién sabe qué sentimiento que le recorrió el cuerpo, cayó sentado en la cama del pequeño Elián. Se abrazó a sí mismo mientras observaba un punto fijo en la ventana.
— No puedo creer que me hubieras hecho esto — murmuró.
Aunque no era directamente una pregunta para mí, de todas formas yo me la tomé bastante literal.
— ¿En serio me estás preguntando eso? — le dije con rabia, con mi dedo acusador apuntando hacia su sien — . No puedo creer que me estés preguntando eso. Yo podía decirte lo mismo.