Yo no sabía ciertamente cómo convencer a Nicolás: la navaja Suiza no tenía nada que ver con el atentado. Necesitaba convencerlo de alguna forma, porque ya había conocido a Valentín y aquello era peligroso. Sin investigar lo suficiente, eventualmente llegaría a la respuesta de que Valentín era el verdadero líder de la navaja Suiza. Eso sería contraproducente. Tenía que encontrar la forma de convencerlo de dejar ese lado de la historia, y en conclusión, lo que teníamos que hacer era detener a Bolivia. Al menos era lo que Nicolás creía que deberíamos hacer, ambos sin tener la menor idea de que yo tenía otros planes.
Aquello me hacía sentir un poco mal. Había vuelto una excelente mentirosa, porque siempre estaba ahí, al borde de ser descubierta, manipulando y usando. Mientras Nicolás caminaba por la sala bastante tenso, consideré si decirle o no la verdad en ese momento, en ese momento en el que me entró el arrebato de decírselo, ponerme de pie, quitarme los lentes de contacto para que vi