71°

Cristian vio cómo el arma del hombre se asomó por la aberturas que quedaba de la puerta y apuntó directamente en la cara de Valentín. Él intentó estirar la mano para detenerlo, para detener que le volara los sesos, pero el pelirrojo hizo un movimiento hábil y le quitó el arma de la mano, evitando que le disparara. Había sido un movimiento preciso que dejó ciertamente un poco sorprendido al guardaespaldas. Acá había visto en civil que hiciera algo como eso. Pero, en aquella pequeña distracción, el secuestrador logró cerrar nuevamente la puerta y desapareció en el interior. Valentín se quedó con el arma en la mano y la miró con curiosidad.

—Qué raro —dijo—. No me reconoció.

—¿Y por qué? Tendría que haberlos reconocido —dijo con un poco de rabia Cristian.

Lo único que ese hombre había hecho era alertar a los secuestradores. Ahora todo sería mucho más difícil. Entonces, con un par de movimientos de sus manos, le indicó a sus hombres que se desplegaran. Uno de ellos, ágil y rápido, salió v
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