La situación se puso bastante incómoda, porque ambos sabíamos que, de hecho, así debía hacerlo incómoda. El día anterior nos habíamos besado profundamente y ahora estábamos a punto de iniciar una conversación sobre su esposa, y aquello nos puso en tensión a los dos.
—Ordenemos primero —dijo Nicolás, tratando de desviar un poco la situación incómoda hacia el almuerzo.
Esta vez sí tomó la carta al derecho y le dio una superficial revisada. Yo hice lo mismo, pero ciertamente no tenía; lo único que quería era salir de aquel momento lo antes posible.
—¿Crees que te gustará tu nuevo puesto?
Yo asentí con seguridad.
—Claro que sí. Me encanta. Muchísimas gracias por eso, pero no debiste haberlo hecho. Espero que no te traiga problemas con... y tu esposa...
Él pasó saliva.
—Claro que no, no lo hará. Es que, discúlpame por eso. Ella puede ser un poco desagradable si se lo propone.
—Sí, eso descubrí —le dije con seguridad—. Pero no te preocupes. Ella está defendiendo lo que es suyo.
Y entonces b