La expresión en el rostro de Nicolás cambió por completo cuando clavó sus ojos en Elián. Sonrió con una expresión de bondad que yo nunca le había visto, y me sentí tan mal por eso... porque yo misma estaba quitando la oportunidad de ser padre. Porque, al parecer, mi supuesta muerte —con la de mi hijo— sí le había dolido.
¿Pero podía confiar en ese sentimiento que parecía real?
De todas formas, aunque fuese real, de todas formas, aunque Nicolás estuviera arrepentido de lo que hizo, no excusaba sus acciones. Había destruido mi vida simplemente por una venganza, por limpiar un apellido que, de todas formas, estaba manchado. Y ya no podía perdonarle eso.
Y entonces, con esta mezcla confusa de sentimientos, di un paso a un lado para que él pudiera entrar. Llegó, se sentó en el suelo junto al bebé, y clavó sus ojos en él y le prestó atención, cosa que se me hizo bastante extraña. Un bebé tan pequeño, uno que estaba demasiado joven para prestar atención a las personas que lo rodeaban... pero