—Me estiré —y sujeté por el hombro a Samuel—.
Pero él me apartó, poniéndose de pie y caminando por la sala.
—Sabía que no debía decírtelo…
—¡Claro que debes decírmelo! —le respondí—. Se supone que ahora vamos a comenzar a trabajar juntos, ¿no es así? ¿Qué es lo que harás?
—Pues, para empezar, averiguar sobre él. Simplemente… tampoco es como que vaya a decir: “Esta misma noche voy a hablar con el líder de la Navaja Suiza”.
Pero él me miró, cerrando los ojos.
—No te conozco lo suficiente, pero creo que sería algo que podrías llegar a hacer.
Sonreí. La verdad es que sí, era algo que podría llegar a hacer. Pero tampoco era tan cabezadura. Primero debía conocer un poco más al respecto.
—¿Cómo se llama?
—Bueno… cuando estuve en la universidad, tuve un amigo que siempre andaba en cosas un poco turbias… ya me entiendes. Incluso era el expendedor de las drogas fáciles de la universidad. Cuando me di cuenta de que la Navaja Suiza había sido la responsable del atentado contra Nicolás anoche, lo