Zulma era una mujer de la calle, y yo había tenido la fortuna de poder salvarle la vida cuando más lo necesitaba. Había recibido una fuerte puñalada en un robo armado, y había logrado llevarla al hospital. Fueron los primeros días en los que comencé a pasear por el mercado negro de la ciudad, tratando de encontrar información sobre Vital.
La había recogido, la había llevado al hospital, y eso le había salvado la vida. Unas cuantas semanas después, la encontré nuevamente en la calle. No tenía un hogar, ni tampoco a dónde ir, a pesar de que parecía una mujer bastante inteligente. Pero las drogas podían hacer cosas impensables en los seres humanos.
De todas formas, había sido muy clara y concisa. Me había dicho que conocía bien el mercado negro, que sabía dónde podía o no podía ir, y yo le había hecho un par de consultas al respecto. Pero siempre me había dicho que, por haberle salvado la vida, tenía un favor muy especial reservado con mi nombre. Y aunque yo no era de cobrar favores, lo