—No es necesario —le dije a Nicolás con un poco de seguridad. Lo último que quería en ese momento era que él viera a mi hijo. No lo quería.
—Claro que sí es necesario. Digamos que es mi forma de agradecerte. Tú me salvaste la vida esta noche.
—Bueno, estaba buscando salvar mi propia vida —dije para intentar restarle importancia. Aunque lo cierto es que, de haber dejado morir al hombre esa noche, tal vez hubiera sido más sencillo… pero yo también habría muerto en el proceso. Aun así, no estaría pasando por ese momento.
Cuando bajamos del auto, quise hacerle señas a la chica que cuidaba a mi bebé para que entrara a la casa, para que Nicolás no lo viera. Pero ella, al parecer, no me entendió. Era tarde en la noche, seguro estaba preocupada porque yo aún no había llegado. Había salido a sentarse en la pequeña banquita del corredor a esperar mi llegada. Era como si los astros se hubieran alineado para que Nicolás conociera a su hijo.
Pero yo no quería.
Y eso no pasaría si yo podía impedirl