Era imposible no sentirme intimidada por la situación. Nicolás me llevaría a casa. Me llevaría *a mi* casa… y yo no pude darle una oportunidad. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? ¿Cómo se suponía que le daría la cara, estando en el mismo auto? Probablemente podría reconocerme. Lo más probable era que lo hiciera. Me reconociera.
Entonces, ¿qué voy a hacer?
No tenía más opción que enfrentar esa situación de alguna u otra forma. Al parecer, los lentes de contacto habían ayudado a esconder mi color de ojos natural. Además, el tinte para el cabello, el estar un poco más delgada de lo que él me conoció, y fingir un poco el tono de voz, al parecer también habían ayudado a que el hombre no me reconociera.
Tal vez encontraba un parecido en mí con Alana. Pero nada que pudiera significar algo más allá. Él sabía que Alana, supuestamente, había muerto.
Solo tenía que seguir fingiendo.
Esperé que todo aquello tomara poco tiempo. La venganza. Descubrir lo que me hacía falta para destruirlos. Par