12°

La contracción terminó abruptamente. Entonces logré respirar. Ni siquiera me había dado cuenta de que había contenido la respiración hasta que los pulmones lograron llenarse de aire.

—Lo siento —le dije al hombre.

—Claro que no. ¿Por qué pides disculpas por eso? No es tu culpa, solo va a nacer tu bebé. ¿Pero estás bien?

Pensé que la pregunta era una redundancia, pero lo cierto es que no. Creo que no.

—No —le dije—. La primera contracción fue muy dolorosa. Se supone que las contracciones van ascendiendo… fue muy dolorosa —repetí—. Eso no es normal. Siempre he tenido un embarazo un poco riesgoso y ciertamente no me he cuidado bien.

—Pues qué mal —dijo él, regañándome a modo de broma.

Parecía que quería conservar un tono un poco alegre para hacerme sentir mejor, pero yo ni siquiera sabía cómo sentirme en ese momento. Lo único que deseaba era que todo terminara, tener a mi hijo en mis brazos. Que todo se acabara. En medio de aquel dolor, tal vez simplemente lo mejor que se me ocurrió fue
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