Fue un poco complicado meter la silla de ruedas en la camioneta de Samuel, pero a pesar de la negativa de Valentín yo insistí en que la lleváramos. A él le tomaría unos cuantos días volver a caminar bien y era mejor que se recuperara lo antes posible. Sabía que lo que se nos venía encima era bastante tenso.

Así que fuimos a casa, y lo primero que sucedió cuando llegamos fue que el equipo de seguridad de Cristian ya nos estaba esperando y se abalanzaron sobre nosotros a preguntas. Uno de los hombres estaba unos metros más allá, cruzado de brazos, con la mirada puesta en Valentín. El pelirrojo simplemente sonrió hacia él.

— Discúlpame haberte secuestrado — le dijo, medio en broma, medio en serio.

Y el hombre simplemente se encogió de hombros. Cristian se quedó con su equipo; después tendría que hablar con él para saber exactamente qué era lo que haría a continuación. Algo de lo que había dicho no me había simpatizado para nada. Y es que había asegurado que ninguno de los hermanos Maca