Comencé a entrar en pánico, era imposible no hacerlo. Cristian y Valentín estaban más acostumbrados a ese tipo de situaciones, al menos era lo que parecía o lo que yo intuía. Cristian llevaba gran parte de su vida en el ejército, haciendo ese tipo de misiones de encubierto. Ni siquiera tenía la capacidad de imaginarme la cantidad de personas que probablemente el hombre debió haber matado con sus propias manos, y mi hermano muy seguramente también se había visto involucrado en muchas de aquellas situaciones.
En cambio yo, lo más peligroso que había vivido en mi vida había sido el momento en el que había volcado el auto en el que los hombres de Nicolás querían llevarme, y de eso hacía mucho tiempo. No sabía cómo regular mi respiración y entonces comencé a hiperventilar.
Pero Valentín me tomó por los hombros y me sacudió con un poco de fuerza.
— Necesito que te calmes ahora — me dijo con serenidad.
Mis ojos se habían llenado de lágrimas, pero tenía razón. Tenía que encontrar la fortale