Porque sentía vergüenza. Eso era lo que había dicho Valentín y yo no entendí completamente a qué se refería. Entonces me quedé en silencio esperando a que él continuara, pero no lo hizo, como si las palabras le costaran salir de la garganta.
Entonces lo presioné un poco:
— ¿A qué te refieres con eso?
Él observó el televisor. Aunque el sonido estaba completamente en cero, seguían reproduciéndose aquellos dibujos animados que él mismo había buscado desde la vez anterior. Parecía que le gustaban, como si hubiesen sido parte de su infancia. Pero yo, sinceramente, estaba segura de que el muchacho nunca habría tenido mucha oportunidad de verlos.
— Es que tú nunca me conociste, nunca supiste nada de mí hasta que sucedió lo que sucedió y te enteraste. Pero conmigo no fue así. Yo crecí toda mi vida sabiendo que existías, crecí toda mi vida viéndote desde la distancia. Estoy seguro que si hubieras conocido al abuelo te hubiera agradado: era un hombre frío y fuerte, con un carácter agrio, pero