100°

Levanté mi mano dispuesta a darle una cachetada, porque pensé que eso era lo correcto, porque pensé que eso era lo que me haría sentir mejor. Levanté mi mano y luego fui incapaz de dejarla caer sobre él. Aunque Valentín no hizo nada para evitarlo, estaba completamente dispuesto a dejar que lo abofeteara. Pude ver cómo entrecerró los ojos esperando el golpe. Pero entonces, mi mano en el aire se hizo un puño, la apreté con mucha fuerza y luego me dejé caer. Ambas de mis manos a los lados de mi cuerpo. Ninguno dijo nada y yo lo observé.

¿Cómo podía haber sido tan ciega? Podía observar en su postura la postura de mi madre, el cabello rojizo oscuro de los Valenko y los ojos verdes brillantes de los McCarthy. Tenía todo de ambos mundos: los hombros anchos por el lado de su padre, la cintura estrecha por el lado de mi madre. Era una combinación perfecta de ambos. Yo había sido tan estúpidamente ciega de no haberme dado cuenta. Pero ¿cómo podría haberlo imaginado? Obviamente mi madre lo dejó
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