ANDY DAVIS
—León tiene razón —contesté poniéndome de pie, apesadumbrada—. Nunca me han mentido, ni en sus travesuras más complejas. Saben que los accidentes pasan y que nunca me voy a enojar solo por eso. Estoy segura de que ellos no hicieron nada malo.
Me acerqué a mis pequeños y los estreché con fuerza, besando sus cabezas, intentando reconfortarlos, aunque yo me sentía mal por mi teléfono.
—No te preocupes, Andy. Te compraré uno nuevo y mejor. Ya era hora de cambiarlo, ¿no crees? —dijo Bastián aceptando dejar el tema atrás.
—No quiero un teléfono nuevo. Este aún servía. Jamás había hecho algo así. —Lo miré con el ceño fruncido. Bastián sonrió con dulzura, acariciando un mechón de mi cabello.
—No tienes que aferrarte al pasado —dijo