ALEXEI MAKAROV
Entré a la calle donde se estaban refugiando. Me había asegurado de que nadie nos siguiera y después de un momento de silencio y de paz, encontré la casa indicada.
Me detuve a unos metros de su entrada y salí sin apartar la mirada de la puerta. Rodeé la ambulancia y abrí ambas puertas con cuidado de no hacer mucho ruido. Molly estaba quieta, tomando la mano de Andy, y Andy con los ojos abiertos. Ambas reconociéndose con una sonrisa que me conmovió.
—Llegamos… —susurré sin poder apartar mi atención de Molly.
Ella me dedicó una mirada profunda, sus ojos se llenaron de lágrimas y una sonrisa quiso dibujarse en sus labios, pero estos estaban temblando.
—Gracias —respondió por fin con voz quebrada y yo solo asentí. Quería tomarla en brazos, quería decirle que la amaba y que haría lo que fuera por ella, que no quería irme de su lado, pero solo retrocedí para que pudiera bajar. Planeaba señalar la casa en la que tenía que tocar antes de desaparecer, pero de pronto sentí su