MOLLY DAVIS
—¿Qué dijiste? —susurró Nadia con los ojos bien abiertos y los puños firmes.
—¿Nadie te dijo que enamorarte de tu hermano es grotesco y asqueroso? —pregunté con media sonrisa, viéndola rechinar los dientes.
—Perra estúpida —soltó con una sonrisa, como si con eso fuera suficiente para ofenderme.
—Qué curioso, no lo negaste… —agregué borrándole la sonrisa. Entonces me tomó del brazo y me arrastró hasta la cama y me arrojó sobre ella. Tomó de nuevo la pequeña caja y me la aventó con fuerza, golpeándome en el brazo.
—¡Hazte la prueba! —exclamó furiosa—. Para este punto ya debes de estar embarazada.
—Y si no… ¿qué? —pregunté molesta, tomando la caja y reconociendo que era una prueba de embarazo casera.
—Lo más seguro es que lo estés —dijo con mirada sombría, como si buscara una victoria cuando en realidad era una derrota—. No dudo de las capacidades de Alexei para preñarte, pero… de ti sí.
»Pero no te preocupes. Todo está cubierto —agregó con una sonrisa que no les llegó