SHAWN ROBERTS
Me dejé caer sobre el asiento, con exceso de confianza, como si yo fuera el que tenía el control, pero solo tuve que ver esa mirada llena de brillo y su sonrisa para que perdiera el equilibrio. Es que era difícil mantenerme profesional con ese rostro tan hermoso frente a mí.
Rachel tenía unos ojos preciosos que parecían brillar con luz propia, una nariz delgada, respingada y pequeña. Unos labios delineados y rosas. Era como si todo en su cara tuviera la armonía perfecta y su cabello brillaba de manera distinta de noche y de día.
No supe cuánto tiempo me quedé en silencio, viéndola fijamente, admirando su belleza, hasta que de pronto se ruborizó y desvió la mirada.
—Pensé que no te volvería a ver —dijo acariciando con sus delicados dedos la portada de su libro.
—Te dije que te encontraría —contesté con media sonrisa. Satisfecho de que ella reaccionara de esa manera a mi presencia.
Sería más fácil que me dejara entrar a su departamento y pudiera inmiscuirme entre sus cos