RACHEL MONROY
Mentiría si dijera que pude dormir toda la noche como un bebé. Solo di vueltas en mi cama, de un lado para otro, cada vez que hacía una pausa, pensaba en él, en Shawn. Con esa sonrisa perfecta y ojos azules tan intensos. Mi corazón se aceleraba y me sentía tan estúpida.
Toda mi mañana fue como si fuera un robot, moviéndome por inercia, haciendo mi rutina sin siquiera pensar en ella. Entonces decidí que era un día muy bonito y que sería lindo desayunar afuera, tal vez… en el balcón de alguna cafetería en específico.
Abrí la puerta con el pecho lleno de emoción y el estómago pequeño, para quedarme sin aliento en cuanto lo vi plantado del otro lado, con unos lentes oscuros y una imagen algo desaliñada.
—¿Alexei? —pregunté frunciendo el ceño, ladeando la cabeza confusa—. ¿Qué haces aquí?
Salí del departamento, con la espalda pegada a la pared evitando que mi cuerpo tocara el suyo.
—Tenía que verte —respondió con media sonrisa mientras se ajustaba los lentes.
—No te ves mu