MOLLY DAVIS
¿Cómo era posible que, tanta gente viviendo en una casa tan pequeña, y no había nadie alrededor? Era como si, al saber que mi padre quería sostener una plática con Alexei, todos hubieran escapado al mismo tiempo y los que se quedaron, permanecieran más silenciosos que una tumba.
—Molly, no quiero que te metas en esto… —dijo mi padre sentado a la cabeza de la mesa. La luz le daba sombras espectrales a su rostro que lo hacían ver más atemorizante—. Te conozco y no quiero revivir ese momento en el que te me pusiste muy brava por el cachorro que recogiste de la calle. Si vas a defender a Alexei de la misma manera que defendiste a ese cachorro, mejor vete con tu hermana y deja que hablemos en privado.
—Papá… Alexei no es un perro que encontré en la calle y quiero adoptar —susurré molesta porque mencionara eso frente a él. Para mi sorpresa, Alexei no se ofendió, solo sonrió de medio lado y negó con la cabeza. Parecía tan relajado, como si no tuviera miedo por el futuro. Tan ser