MOLLY DAVIS
Terminé de subir los escalones y Lucien me señaló con la palma estirada la sala, entonces lo vi, mi padre. Se veía más cansado y agobiado, pero feliz.
Sobre su regazo estaban los mellizos, hablándole de sus aventuras y mostrándole dibujos. Mi padre aprovechaba cada oportunidad para besarlos y abrazarlos con dulzura. Cuando me acerqué un poco más, vi a Damián, sosteniendo a la bebé, meciéndola para calmar su llanto que sonaba tan tierno. Sentada cerca de papá, Andy, con semblante agotado, ojos hundidos y una sonrisa cansada, pero sincera, y sobre su regazo, apoyando en su pecho y con aspecto adormilado, Esteban, quien se aferraba con ambas manitas a sus ropas, como si tuviera miedo de volver a perder a su mamá.
Era mi