JAMES CARTER
—No puedo ponerle más adrenalina —dijo Shawn con fastidio—. Tampoco quiero que se muera desangrado.
Regresó sobre sus pasos dejando atrás a Lucien que estaba bastante concentrado en su tarea. Pasó sus dedos por todas las inyecciones que tenía preparadas. Adrenalina para mantener alerta a Bastián, atropina por si su corazón amenazaba con detenerse… de pronto tomé una que me pareció interesante.
—¿Ketamina? —pregunté y Shawn sonrió—. ¿Para qué el anestésico?
—Dependiendo de la dosis, provoca síntomas similares a la esquizofrenia. Así como aumentar todas las sensaciones. Con la dosis adecuada nuestro amigo no solo podría escuchar la caída de un alfiler, sino que verá y sentirá más de lo que le gustaría —contestó con orgullo y después levantó otra jeringuilla—. Hay que tener estilo incluso para el final.
Entorné los ojos y lo vi, cloruro de potasio, la inyección letal que acabaría con el juego.
—¡Listo! ¡Terminé! —exclamó Lucien detrás de nosotros, arrojando a un costado l