ANDY DAVIS
No tenía ningún recuerdo de Molly, ninguna foto, nada que le hubiera pertenecido a ella, porque al salir de casa quería dejar todo atrás, incluso cuando empecé a olvidar su rostro y su voz, pensé que era lo correcto, como si lazos invisibles se rompieran poco a poco, liberándome, pero ella no me olvidó, tampoco papá… ¿en verdad pensé que ellos eran los malos? Tenían más corazón de lo que yo les mostré.
Cubrí mi rostro entre mis manos y lloré, intentando ser silenciosa, porque sabía que el resto de la casa estaba preparándose para enfrentar lo que se avecinaba. Yo era la única que estaba ahogándose en recuerdos y culpa en vez de actuar.
—¿Mami? —preguntó Victoria asomada en la puerta. León la acompañaba, y colgando de las manitas de mis hijos, Esteban, que en cuanto me vio empezó a doblar y estirar sus piernitas lleno de emoción.
¿Cómo haría que siguieran siendo hermanos tan unidos, si yo había sido una pésima hermana mayor? Cerré los ojos con fuerza dejando que las lágrim