DAMIÁN ASHFORD
Le di un par de vueltas al sobre, como si esperara encontrar alguna trampa por encima. Entonces por fin lo abrí y mostraba una tarjeta negra con dorado, sin más explicación que un pequeño chip incrustado en el centro.
—¿Esto es una invitación? —pregunté confundido, alzando la tarjeta para verla a contraluz.
—Damián… ¿en verdad creías que en nuestras reuniones ponemos el nombre completo del invitado y el lugar del encuentro como si se tratara de una fiesta infantil? —preguntó Lucien entornando los ojos como si mi actitud fuera estúpidamente sorprendente—. «¡Familia Ashford! ¡Te invito a mi fiesta!». ¡No! ¡Tampoco habrá payasos y globos!
—Lo sé, los payasos son los invitados —sentencié viéndolo con molestia. A mí no me iba a hacer sentir como un estúpido.
Entonces Nick se acercó curioso, viendo el chip con detenimiento.
—Si usamos un lector, de seguro arrojará alguna coordenada, dándonos así el lugar de reunión —dijo con seriedad y tensión en el rostro.
—Rachel me di