Capitulo 21

La paz, como todo lo bueno en la vida de Sabrina, fue una ilusión fugaz. Apenas el sudor se había secado en sus cuerpos y el aroma a sexo y rosas había saturado el aire, el sonido estridente de un teléfono rompió la burbuja de la suite del hotel.

Enzo se movió con la rapidez inherente a un hombre en peligro constante. Se incorporó, su mano buscando a ciegas en el montón de ropa que había arrojado al suelo. Agarró su teléfono y respondió con una sola palabra en italiano que era una orden, no una pregunta.

La voz de la persona al otro lado era un susurro rápido, urgente, que Enzo escuchaba con una intensidad que tensó cada músculo de su cuerpo. Sabrina lo observaba desde la cama, la calidez de su piel contra la suya todavía era un consuelo, pero el gesto de su espalda desnuda y la rigidez de su postura ya anunciaban la catástrofe.

La conversación fue breve, una ráfaga de jerga militar y nombres que a Sabrina le resultaron ajenos, pero el efecto fue devastador. Cuando Enzo colgó, su rost
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