Bianca.
Mientras trabajaba, mi mente divagaba en pensamientos más personales. A pesar de todo, me sentía tranquila. Mi bebé sería lo más importante en mi vida y, aunque algunas cosas aún eran inciertas, tenía la seguridad de que mi abuela, Alexander y su hermana estarían a mi lado. Incluso, cuando la madre de Alexander lograra recuperarse de la oscuridad en la que estaba sumida, estaba convencida de que amaría a su nieto con la misma intensidad que él.
Pasé gran parte de la mañana organizando y programando algunas fotografías para la empresa que me había contratado para un evento en los próximos días. La concentración me ayudaba a mantener la calma y no me estrenaba. El sonido del teléfono interrumpió el silencio del estudio. Me enderecé y contesté sin demasiada prisa, esperando que fuera algún cliente.
—¿Hola? —pregunté, pero al otro lado de la línea solo hubo silencio por un momento.
De repente, una voz gruesa y amenazante me heló la sangre.
—Prepárate, porque lo que hiciste