Una cita bajo las estrellas.
A la mañana siguiente, Peter se levantó temprano. Se vistió en silencio, preparó un desayuno de pan tostado con aguacate y huevos revueltos. Cuando Jessy salió de la habitación, él ya estaba con su traje listo y una taza de café frente a ella.
—Buenos días, preciosa —dijo, dándole un beso rápido antes de recoger su maletín—. Te amo. Te veo en la noche. No salgas mucho, descansa. La sirvienta vendrá en una hora. No tienes que hacer nada de esfuerzo, solo trabaja en tus fotos.
Luego de un abrazo, Jessy se quedó viendo su espalda cuando cerró la puerta. Sintió un calor dulce en el pecho y sonriendo por primera vez en días.
Ese día lo dedicó a su pasión. Había un pequeño cuarto de almacenamiento debajo de la escalera que subía a la azotea. Peter lo había limpiado y pintado para ella. Allí colocó su fondo fotográfico, sus luces y reflectores. Colgó sus cámaras en la pared y ordenó sus libretas. Se sentía viva mientras probaba luces y enfoques, tomando fotos de su vientre apenas abultado.
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