Contra el tiempo.
Jessy no sabía cuánto tiempo llevaba sentada en el sofá, con los codos apoyados en sus rodillas y el rostro hundido en sus manos. Sentía los latidos de su corazón como golpes sordos en los oídos. Cada palabra de Adriano y cada pensamiento de murmullos de los vecinos retumbaban en su mente como campanadas mortales.
“Mal ejemplo… asquerosa… mala madre… vergüenza…”
Al día siguiente, luego que Peter terminó su turno de trabajo en la firma de abogados, y luego pasó por la casa de Jessy. Al ver que no respondió el teléfono, y nadie respondió el timbre, dió la vuelta por el patio y tomó la llave del lugar secreto. Entró con pasos silenciosos por la cocina.
Sabía que ella estaba en la casa porque vio una silueta de ella en la sala a través de la ventana.
O se dio cuenta que llevaba unos audífonos.
—¡Sorpresa!
—¡Oh por Dios!
La sorpresa por detrás al abrazarla. Sus ojos oscuros la recorrieron, notando el temblor de sus manos y sus ojos enrojecidos. Ella se quitó los audífonos.
—Mi amor… ¿estuv