La primera victoria.
Peter llegó a la firma Lora & Cedeño Abogados un lunes temprano. Aún no salía el sol cuando subía los escalones de mármol gris, con su mochila al hombro, sintiendo que la adrenalina le hormigueaba en la piel.
La recepcionista, Ana Gabriela, una mujer de cabello rubio platinado y lentes grandes, le entregó su gafete de asistente y lo condujo a su escritorio provisional junto a la zona de análisis, luego de completar las pruebas y entregar los resultados de los médicos.
—Aquí guardarás y clasificarás los expedientes de casos activos y cerrados —explicó—. Y en horas bajas puedes estudiar tus documentos de maestría. El doctor Lora aprecia la preparación continua. Estarás trabajando desde las ocho de la mañana, hasta las cinco. Si necesitas salir una hora antes o un día libre para algún estudio especial o permiso universitario, procura avisarlo con anticipación.
—Gracias —respondió Peter con una sonrisa amplia, mientras sus ojos brillaban de emoción.
Los días pasaron rápido. Peter llamaba