El aire nocturno estaba cargado de humedad y alcohol cuando salía del bar. Ethan caminaba tambaleándose por el parqueo de grava, con los puños cerrados y la respiración agitada. No quería verlos, no quería escuchar nada. Solo quería huir.
—¡Ethan, espera! —gritó Jessy detrás de él, con voz quebrada.
Peter caminaba rápido para alcanzarlo, pero Ethan se giró de golpe y le lanzó otro puñetazo que esta vez le dio directo en el pómulo. Peter retrocedió un paso, sintiendo la punzada de dolor en el rostro, pero no se detuvo. Ethan, borracho, le dio un segundo golpe. Peter esta vez lo esquivó, pero el impulso los hizo tropezar y cayeron ambos al suelo, chocando contra la grava.
Jessy gritó al verlos forcejeando, con las piedras y el polvo levantándose bajo ellos. Ethan intentaba golpearlo una y otra vez, cegado por la rabia y la traición. Peter, más fuerte y con mejor equilibrio, logró inmovilizarlo, sujetándole los brazos contra el suelo mientras jadeaba sobre él, con la respiración agitada