Cordelia
Lo sentía en cada fibra de mi ser.
Zeiren estaba sobre mí, dentro de mí, y la intensidad del momento me tenía atrapada entre el placer y el dolor.
Desde el momento en que me miró con esos ojos llenos de duda, supe que era real. Que no estaba luchando contra su deseo, si no contra algo mucho más profundo.
Contra la idea de que no merecía esto.
Que no me merecía a mí.
Y eso era lo que más me dolía.
Lo había sentido desde el principio, esa reticencia en sus movimientos, la tensión en sus manos cuando recorrieron mi piel como si estuviera hecha de cristal.
Pero cuando finalmente cedió, cuando dejó de luchar contra lo inevitable y se entregó a mí, fue como si el universo entero se alineara en ese instante.
Primero, no podía creer que realmente él no había estado con nadie antes.
Eso me sorprendió, pero también me hizo sentir un calor en el pecho al saber que yo era la primera.
La primera en tocarlo de esta forma.
La primera en conocerlo de verdad.
Pero ahora… ahora estaba en