Capítulo 82.
El afano me había ganado, mis pies parecían moverse por voluntad propia para reducir la distancia. Mi pulso, sin embargo, permanecía inalterablemente acelerado. El ascensor no avanzaba lo suficiente y para cuándo salí de él, el grupo de personas cubría todo el pasillo.
Grettel me detuvo, apartando a todos.
—La caída fue aparatosa, le causó una contusión considerable y un esguince en el tobillo —dijo con voz serena, aunque pude notar su enfado—. Los médicos están realizando pruebas adicionales para asegurarse de que los ligamentos no hayan sufrido daños mayores.
Asentí en silencio, procesando la información. Avancé hacia la sala donde Harper estaba siendo atendida. Me dejaron pasar en cuánto me vieron, dejando que pudiera observar a la inglesa recostada en la camilla, con el tobillo vendado y una expresión de dolor contenida que acallaba presionando los labios.
El médico levantó la vista en cuánto entré, y ella también me buscó con el rostro afectado por las muecas que me removier