Amaia.
Siento el aire atrapado en mi pecho. Apenas soy consciente de lo que estoy haciendo, pero es que sólo fue un impulso... no pensé mucho antes de hacerlo. Sin embargo, estoy tan estupefacta que no puedo alejarme. Mis labios siguen unidos a los de él y aunque mi mente grita que me aparte, el resto de mi cuerpo se ha congelado. No sé qué se supone que debo decir o cómo justificar este beso.
Él permanece inmóvil, me observa expectante a través de sus largas pestañas, como si esperara a mi siguiente movimiento. Algo que desde luego no tengo. Sólo sé que mi corazón late con furia y la piel está más sensible que de costumbre. Ni siquiera presto atención a unas voces en el pasillo que se acercan. Apenas soy consciente de éstas cuando el mayordomo es quien habla como si intentara detener a alguien.
—Necesito hablar con Gael con urgencia.
La puerta se abre de golpe y por el marco de ésta cruza la viuda García seguido por el mayordomo Botton, y de alguna forma nosotros estamos en la misma