Hubo un silencio ensordecedor que parecía eterno, mientras Luis Fernando esperaba con ansias la respuesta de Burgos. La tensión que había entre todos era latente; estaban a la expectativa de saber cuál era la verdad, pero en ese momento, Grecia comenzó a sentirse mal. Un mareo intenso la invadió, y sintió que estaba a punto de desmayarse.
—¿Qué te pasa, mi amor? ¿Qué tienes? —le decía Luis Fernando, angustiado, mientras su rostro se llenaba de preocupación. Sus ojos reflejaban el amor que sentía por ella, y su voz temblaba de temor, aterrado de que algo malo pudiera pasarle. Mientras tanto Grecia tenía una expresión de malestar e inmediatamente su cara se puso pálida.
Todo se salió de control. Mercedes, al notar la palidez en el rostro de Grecia, se acercó rápidamente a ella.
—¡Llevémosla al auto, rápido! —exclamó Mercedes a Luis Fernando, con un tono fuerte, estaba muy nerviosa al verla en ese estado.
Luis Fernando, sin dudarlo, la cargó entre sus brazos, sintiendo el peso de