Miranda lo miró con picardía, una chispa de malicia brillaba en sus ojos, mientras se acomodaba en el asiento del auto. La luz del atardecer se filtraba a través de las ventanas, creando un juego de sombras que danzaban sobre su rostro. Después de un breve silencio, finalmente le respondió:
—Como te pudiste dar cuenta, a mí me interesa Luis Fernando. Estoy enamorada de él y lo quiero para mí. Y sé que no le soy indiferente, porque me lo demostró anoche cuando lo tuve en mi cama.
Guillermo la escuchaba con atención, procesando cada palabra que salía de sus labios. Poco a poco, iba entendiendo las verdaderas intenciones detrás de su petición. La atmósfera en el vehículo se tornó tensa, como si el aire se hubiera vuelto más denso, y las palabras de Miranda daban vueltas en la mente de Guillermo, el cual iba a analizando hasta dónde pretendía llegar ella. Se estaba dando cuenta de que era una mujer de armas tomar.
—Umm, sí, claro que me quedó muy claro cuando le dijiste a Laura que