La atención de Luis Fernando se centraba en el teléfono, ansioso por descubrir qué era eso tan importante que Burgos tenía que decirle, debía tratarse de algo muy grave para atreverse a llamarlo, sabiendo las diferencias que existían entre ellos. La incertidumbre lo consumía.
—¿Qué es tan urgente? ¿Dígame qué es eso que tiene que decirme? —preguntó, tratando de ocultar su interés, pero su voz se sentía ansiosa . Tenía la intención de colgar, pero la seriedad en la voz de Burgos lo detuvo.
—Luis Fernando, no cuelgues. Créeme que si no fuera importante, no te habría llamado —respondió Burgos, con un tono en su voz de preocupación. Luis Fernando sintió que su corazón se aceleraba, estaba viviendo un momento de felicidad, y no quería que nada lo empañara.
—¿De qué se trata? —insistió, presintiendo que la noticia no sería buena. Mientras tanto, las miradas de Grecia, Monserrat y Guillermo estaban clavadas en él, ansiosos por saber qué estaba sucediendo.
—Villaseñor se ha quitado la