Luis Fernando se quedó mirándolo con preocupación. Después de la visita que había hecho a su madre, su mente estaba llena de pensamientos oscuros y pesimistas. La tensión en el ambiente se tornó densa, y el silencio se interrumpía solo por el sonido de los pasos de los guardias. El licenciado Burgos lo miró con una expresión que denotaba su preocupación.
—Luis Fernando —comenzó el licenciado, con un tono grave—, me temo que no te tengo buenas noticias.
Luis Fernando, sintiendo que su corazón se aceleraba, le interrumpió con ansiedad:
—¿Qué es lo que pasa, licenciado? ¿Qué puede ser tan malo después de todo lo que estoy viviendo?
Burgos respiró hondo, como si estuviera preparando a Luis Fernando, sabía que esto lo iba a devastar.
—Es que el padre de Laura ha movido sus influencias para sacar a Laura bajo fianza.
—¿Qué? —exclamó Luis Fernando, incapaz de ocultar su incredulidad—. Eso no puede ser. ¿Cómo es posible que alguien con tantos cargos delictivos pueda salir así como así?
El lic