Grecia se quedó paralizada, se puso pálida, aunque intentaba aparentar que no pasaba nada. Escuchar esas palabras eran un duro golpe que no se esperaba, más aun cuando la noche anterior, había planificado un futuro con Luis Fernando. Sentía como si la tierra se abría a sus pies.
—¿Casarse? —repitió Grecia, sintiendo que la traición la consumía—. Me cuesta creer que Luis Fernando te tome en serio si no lo hizo conmigo, que fui su esposa —le dijo con sarcasmo, intentando ocultar la herida que le causaban sus palabras.
—No se trata de lo que tú quieras, Grecia. Se trata de lo que él quiere. Y yo estoy dispuesta a luchar por él —dijo Miranda, con su mirada desafiante, como si estuviera dispuesta a hacer lo que fuera necesario para conseguir lo que deseaba—. Si realmente lo amas, tendrás que dejarlo ir. Además, tienes un esposo que te adora y que no se merece lo que le estás haciendo.
Grecia sintió que el suelo se movía bajo sus pies. Era como si Miranda estuviera jugando con sus emocion