44. Una alianza peligrosa
Emma

La luz entra a raudales por los ventanales del cuarto, filtrada por las cortinas blancas de lino que se mueven suavemente con la brisa matutina. Todo parece salido de una postal: las sábanas arrugadas, el perfume floral impregnado en el aire, y el cuerpo de Gabriel, desnudo bajo las cobijas, con el ceño apenas fruncido mientras duerme.

Me estiro perezosamente, haciendo que las sábanas caigan hasta la altura de mis caderas. Llevo puesto un camisón satinado color champán que me queda suelto y, al mismo tiempo, insinúa cada curva. Me incorporo con cuidado, fingiendo ternura, y le acaricio el cabello a Gabriel con suavidad.

Sus ojos se entreabren. La confusión en su rostro es deliciosa.

—Buenos días —susurro, con una sonrisa que simula dulzura.

Él parpadea, visiblemente desorientado. Se sienta un poco, cubriéndose con la sábana.

—¿Qué... qué hora es?

—Pasadas las ocho. Dormiste como un niño —respondo, mientras me levanto y camino descalza hasta la bandeja que dejé preparada anoche.

E
ShadiSaad

Bellezas, lamento no haber subido capítulo antes, el clima en Argetina me ha enfermado y ando un poco indispuesta, pero acá les traigo capítulo. Gracias por leer.

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