15. Concurso de meadas
Gabriel
—No vuelvas a poner tus manos en ella.
Mis ojos van de inmediato a mi hermano y no paso por alto la rabia que brilla en sus ojos, parece que él no tenía ni idea de esta pequeña aventura en la heladería.
Pues me alegra.
—¿O qué?—le digo y doy un paso adelante, sin dejarme intimidar—No sabía que eras de esos novios controladores, Julian.
El gruñido que sale de él es algo que no había escuchado antes, ni siquiera cuándo discutimos de jóvenes o cuándo mi padre peleaba con él por estar siempre defendiéndose en las faldas de mi madre.
—Controlador y protector son dos cosas muy distintas y si se trata de ti, debo protegerla más que nunca .—me contesta y lleva la mirada hacia a Catalina antes de decir—Vamonos de aquí, Cata.
Ella, que ha estado inusualmente callada, toma la mano de Samuel y veo como empieza a alejarse, pero entonces, tal como en la empresa, el pequeño hombrecito se suelta de la mano y corre hacia mi, pero esta vez se abraza en mis piernas.
—¡Pelo no me he despedido del