El silencio que siguió después del abrazo de Vecka a Jasper no fue un silencio tranquilo; fue uno que cortaba, uno que advertía que cualquier palabra dicha en ese momento tendría filo. Jasper, aún sonriendo con ese gesto ingenuo que conservaba desde niño, parecía ajeno a la tensión colosal alrededor, Xylos fue el primero en romper la quietud. Dio un paso hacia el muchacho y extendió una mano para orientarlo, gesto que Jasper aceptó con naturalidad pese a la incomodidad de Vecka.
—Disculpa un momento —le dijo a Jasper con cortesía—. Tu hermana y yo… debemos hablar.
Jasper rió suavemente, ladeando la cabeza hacia él.
—Suelo decir que su temperamento merece licencia propia. Cuida tu cabeza no vaya Ve y te lance el primer jarrón que encuentre — Xylos soltó una carcajada grave, un sonido que en cualquier otra circunstancia habría relajado la habitación, pero en ese instante solo sirvió para irritar más a Vecka, quien ya estaba al borde de estallar, Xylos lo notó de inmediato, y la sonri