Las imágenes de la noche anterior seguían repitiéndose en su cabeza, una y otra vez, como un eco que no quería silenciarse. El roce de los dedos de Xylos moviendo su cabello detrás de la oreja, el tono grave de su voz, y esa palabra “pequeña” que se había quedado flotando en su mente hasta hacerla sentir vulnerable, Vecka piensa que no debe estar imaginándose cosas, ya que respeta a su esposo, pero en lo profundo, Xylos llega de repente a su cabeza.
Es mañana cuando lo vio en el comedor del hotel, Xylos parecía un muro impenetrable. Vestido con su impecable traje oscuro, se limitó a saludarla con un leve movimiento de cabeza. Ni una sonrisa, ni una palabra de cortesía. Era como si nada hubiera pasado entre ellos, como si la cercanía de la noche anterior hubiera sido una ilusión creada por su propia confusión.
Su encuentro fue breve esa mañana, y después no volvió a verlo. Y cuando quiso buscarlo para hablar sobre la reunión que tendrían a la tres de tarde, ella solo encontró a Zayden