Marcos se levantó de la silla, buscó su móvil en su bolsillo, necesitaba avisarle a Mercedes sobre lo ocurrido con Laura. Antes de salir de la mansión, notó que la empleada se veía muy nerviosa y preocupada. Fue en ese instante, cuando se dio cuenta que no llevaba consigo su celular. Seguramente lo había dejado en su coche.
Sin decir nada, se dirigió hacia el pasillo mientras Lucía lo veía alejarse sin poder detenerlo.
—Imbécil —escupió con enojo.— Espero que mi hermanita te haga lo mismo que me hiciste, que te rechace por haberla engañado con la perra de Marta. Claro… —Sonrió con malicia.— si logra salvarse.
Marcos abrió la puerta, tomó el móvil y regresó a la sala de esperas. Durante el trayecto de retorno, revisó su celular. Tenía varias llamadas perdidas, entre ellas, tres de Marta.
Por un momento pensó en devolverle la llamada, pero a su mente llegó la imagen de Ignacio saliendo en su coche del condominio donde Marta vivía. Cerró la mano en un puño tratando de contener el im